Hablar es la base, de eso no hay duda, pero hay algo casi tan prioritario y que muchas veces no tenemos en cuenta, y es que hay que saber, no sólo cómo hablar, sino también qué decir y en qué momento hacerlo.
El turno de palabra debe servirnos principalmente para dos cosas: la primera de ellas, averiguar los problemas y necesidades de nuestros clientes y en segundo lugar, ofrecer nuestra solución en forma de producto o servicio, según a qué se dedique nuestra empresa.
Igualmente es importante que no excedamos nuestro tiempo de palabra e, igualmente, es imprescindible mantener una conversación comercial, siempre bidireccional o multidireccional, según el número de participantes, nunca un monólogo. Si somos una empresa seria, este es uno de los síntomas a considerar. Escucha, no te excedas en las exposiciones y habla para todos, no centres la conversación.
Hablar es la base, sí, pero debemos tener claro cómo hacerlo. Es más productivo que hablemos con claridad a que repitamos muchas veces un mensaje que el cliente no termina de entender.